«Alguien me dijo una vez que la vida es ir cumpliendo nuestros sueños. Que una persona sin sueños no vive y que por tanto nunca, nunca hay que dejar de soñar.
De eso quiero hablar hoy, de los sueños. De unos que estaban por cumplir y que por fin se han hecho realidad.
Viajar a Laponia, hasta el mismísimo círculo polar ártico era una cuenta pendiente que tenía nuestra familia. Cada uno con sus motivos, cada uno con sus propios sueños.
Xavi soñaba con conocer a Papá Noel. Desde hace varios años deseaba con todas sus fuerzas que Santa Claus lo invitara a conocerlo personalmente a su casa. Cada 25 de diciembre bajaba corriendo al árbol con la ilusión de recibir esa carta/invitación especial. Y cada vez tras una pequeña decepción, volvía de nuevo la esperanza de que su sueño se cumpliría al año siguiente.
Àlex quería ver la nieve, jugar con ella, tirarse en trineo, fabricar un muñeco y lanzarse multitud de bolas en una interminable guerra familiar.
Por su parte Sonia soñaba con ver una aurora boreal. Desde que empezó a viajar hace ya unos cuantos años, el hecho de poder estar alguna vez en su vida cubierta por ese manto de colores que inunda los cielos polares por las «luces del norte» se había convertido en uno de sus sueños viajeros. De hecho en más de una ocasión me había dicho: «No me gustaría morirme sin haber podido ver una aurora boreal». Ella viajaba con la ilusión de que quizá esta vez podría cumplir ese deseo.
Me encuentro ahora mismo sentado en el asiento del avión de vuelta a casa desde Helsinki con mi mente aún rodeada de la nieve lapona a -20ºC y envuelto en esos interminables paisajes de cuento, con todas las tonalidades blancas posibles.
Tras una semana de aventuras volvemos con las maletas (y las cámaras de fotos) llenas de sueños cumplidos. Xavi ha conocido al auténtico Santa Claus en su propia casa, el bosque secreto de Joulukka. He de decir que aún me estremezco cuando cierro los ojos y vuelvo a ese momento. Pocas cosas habrán más emocionantes para un@ niñ@ que poder conocer en persona al mismísimo Papá Noel.
Àlex no ha parado de jugar con la nieve. Se ha hartado de tirarse en trineo, de lanzarse bolas con su hermano. Incluso se ha atrevido a probar la nieve, la cual «sabía a agua». Y cómo no, también pudo hacer su propio muñeco con gorro y bufanda.
Y Sonia… Lo de Sonia fue la muestra de que a veces cuando sueñas algo con todas tus fuerzas se acaba cumpliendo. Tras varios días de nubes y con la decepción de no haber visto la aurora boreal, llegamos a la última noche con pocas esperanzas de poder verla. Pero justo cuando esas esperanzas eran mínimas ocurrió algo mágico. Salimos al exterior de nuestra cabaña y allí estaba. Una explosión de colores verdes, amarillos y rosas iluminaron la noche polar regalándonos un espectáculo inolvidable.
He de decir que me considero básicamente una persona agnóstica en casi todos los sentidos. Pero casualidad o no, era como si el destino le tenía reservado a Sonia su mayor truco para el final de nuestro viaje. Cuando menos lo esperaba, vio cumplido ese sueño que la perseguía desde su más tierna infancia. Ver una aurora boreal.
Así que tras una llamada rápida a Xavi & Àlex, muuuchas fotos y bastante frío (21ºC bajo cero), nos abrazamos, nos besamos, nos emocionamos y nos sentamos en medio de ese lago congelado. Simplemente dejando pasar el tiempo y sintiendo que en ese preciso instante se estaba cumpliendo el último sueño que faltaba en esta aventura.
¿Y mi sueño? Mi sueño era sencillo pero a la vez el más difícil de todos. Mi sueño simplemente era que tod@s pudieran hacer realidad eso que llevaban años esperando y que meses atrás parecía imposible. Así que podemos decir que yo también vuelvo con mi sueño cumplido.
Porque tal y como me dijo alguien una vez: la vida es ir cumpliendo nuestros sueños…»
Qué bonito y que mágico, el viaje y los sueños cumplidos! Me ha encantado y la sensación de felicidad se transmite con cada palabra.
Que bonito es cumplir sueños viajeros y ver como se cumplen los de las personas que quieres.
Un abrazo!
Muchas gracias, Clara.
Como intento transmitir en el relato, además de la propia experiencia viajera, lo más bonito fue lograr cumplir esos «sueños» que unos meses antes parecía que no se iban a cumplir.
Un abrazo.