“El miedo es el camino hacia el lado oscuro”… le dijo el Maestro Yoda a Anakin.
Sin dejar el 4×4, nos trasladamos rumbo a Tataouine por el desierto entre dromedarios y surcando el desierto a lo ‘montaña rusa’, dando unos botes tremendos y subiendo a las dunas más altas para dejarse caer en picado (abstenerse los impresionables porque de verdad parece que vas a volcar).
Tataouine es el hogar de la saga Skywalker y del que George Lucas quedó fascinado por el estilo de vida bereber, perfecto para emular el árido planeta desértico. De ahí, recibió el nombre de Tatooine. Increíble que después de tantos años, el decorado aún se mantenga en pie.
Después de la visita galáctica al planeta Tatooine, dejamos los 4×4 y continuamos nuestro camino no sin antes realizar una paradita bastante peculiar para ver un palmeral literalmente comido por las dunas y pedruscos de arena solidificada formando una estampa bastante curiosa. Quien me iba a decir que viviría en este lugar dos experiencias ‘fáunicas’ bastante impactantes. La primera, coger una pequeña águila sin protección en el brazo y de la que aún recuerdo la sensación de sus garras clavándose en mi piel. La segunda, en la que el guía (muy simpático el señor) me puso de sorpresa encima del brazo dos ejemplares de escorpiones blancos autóctonos del Sáhara que se encontró y que daban un miedo de la ostia, menos mal que tuvo el detalle de quitarle el aguijón antes. ¡Glups!
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