Seguro que si te preguntan por Estonia se te viene a la mente la maravillosa ciudad de Tallin cuyo centro histórico fue reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Y aunque Tallin tiene bien merecido este reconocimiento, hoy os vamos a hablar de la parte menos conocida de este pequeño país.
Durante nuestra ruta por los Países Bálticos decidimos que nos apetecía conocer la Estonia más rural. Esa que no se ve por muchos anuncios o diarios de viaje. Cuando estuvimos preparando la ruta de nuestro viaje dudamos a la hora de elegir el camino a seguir desde Tartu. ¿Dirección hacia la costa? (lo típico) ¿o dirección este hasta la frontera con Rusia?. Pues bien, como ya dijimos, al final escogimos esta segunda opción para descubrir lo más desconocido de Estonia. Así que tras salir de Tartu (os recomendamos leer el post sobre esta bonita ciudad universitaria) tomamos rumbo al este.
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Esta ruta tiene como eje principal el Lago Peipsi, frontera natural entre Estonia y Rusia. Bordeando el lago se visitan los pintorescos pueblos y aldeas que lo habitan. Pudimos ver nidos de cingüeñas, señales de tráfico desconocidas por nuestras latitudes, construcciones especiales y también algunos personajes «peculiares».
En estos pequeños pueblos viven las comunidades de «veterocreyentes». Estas comunidades se opusieron a las amplias reformas de la iglesia del patriarca Nikon en el siglo XVII, por lo que se separaron de la iglesia ortodoxa rusa. Así pues, se trasladaron a vivir a las orillas del lago Peipsi desde donde hoy en día siguen fieles a su modo de vida tradicional, viviendo solamente de sus cultivos y de la pesca. Se calcula que son unos 15.000 miembros y son muy aficionados a las cebollas, las cuales cultivan en abundancia ya que creen que evita múltiples enfermedades. No nos lo quisimos perder y nos adentramos en estas pintorescas aldeas, como las de Kasepaa o Kolja.
A las puertas de muchas casas se puede ver como están las cebollas colgadas junto con otras verduras para ser vendidas.
Las ancianas del lugar, se pasan allí horas esperando a que algún vecino o curioso turista (como nosotros) les compre. Desde luego para nosotros fue una auténtica experiencia conocer esto. Si queréis conocer la Estonia más rural esta es la zona correcta.
En cierto modo quisimos colaborar en que se mantenga la tradición veterocreyente (aunque fuera de manera simbólica) comprando 1kg de tomates por 2 euros.
Hay que decir que las mujeres son realmente muy amables y no ponen ningún problema para hacerse las fotos. Así pues, esta ruta transcurre por varias aldeas siempre bordeando el lago y disfrutando al mismo tiempo del bonito paisaje.
Os recomendamos conocer esta parte de Estonia, ya que la zona del mar es muy turística y «más normal». Subiendo en coche por el noreste del país, se puede hacer esta ruta bordeando el lago. Y ya desde ahí, encarar de nuevo dirección oeste hacia Tallin bordeando el mar Báltico a través del Golfo de Finlandia.
Podéis ver nuestra ruta a través de los países bálticos el siguiente artículo. En él os detallamos todo el itinerario y también el presupuesto para 15 días viajando con niños.
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