«Dicen que un viaje se vive tres veces: cuando lo soñamos, cuando lo vivimos y cuando lo recordamos.
Tres momentos temporales: futuro, presente y pasado se entremezclan haciéndonos vivir de manera única la gran aventura que es cada nuevo viaje.
Mi viaje a Cuba fue sin duda el paradigma de esta afirmación: Lo soñé al preparar la ruta que íbamos a realizar, lo viví a tope desde el primer momento en que puse mis pies en su tierra y lo recordé durante mucho tiempo tras mi regreso a casa. Hay viajes que te marcan y sin ninguna duda éste fue uno de ellos. De hecho, 3 años después aún lo sigo recordando así que en cierto modo todavía hoy sigo viviendo esa aventura.
De vez en cuando esta maravillosa isla caribeña regresa a mí para que nunca la olvide. A veces es una foto o una noticia en el telediario, otras un simple anuncio de viajes en Internet. Qué más da…
En esta ocasión fue el evento #KLMHouseValència el que me hizo volver. Un evento que trataba sobre Turismo y Sostenibilidad en el cual se abordaba desde diversos puntos de vista a través de varias charlas y mesas redondas la necesidad de transitar hacia un turismo responsable, rentable, pero sobre todo sostenible.
Fue nada más empezar con las charlas cuando el primer ponente soltó una pregunta retórica: «¿Qué es viajar sostenible?».
Al oír esa cita, un flash inundó mi cabeza. De repente me acordé de una noticia que justo leí a los pocos días de regresar de mi estancia caribeña. Una noticia que decía algo así como… “Cuba, el país con el mejor desarrollo sostenible del mundo”.
Así que nada mejor que estar allí sentado, en ese precioso auditorio con esa gente para valorar si aquello era cierto o solo era otra de las fake news a las que nos estamos acostumbrando cada vez más hoy en día. Si de verdad Cuba era (o es aún, quién sabe) el país más sostenible del mundo. Entonces, justo en ese preciso instante, regresé a la isla. Volví para recordar y revivir mis casi 20 días de aventura junto a Sonia y nuestros dos niños, Xavi & Àlex.
Porque… ¿Qué es viajar sostenible?
Viajar sostenible es alojarte en las casas particulares de los cubanos. Huir de lujosos hoteles con todo tipo de comodidades lo cual supone un enorme derroche de energía y recursos a cambio de vivir como lugareños y convirtiéndonos en unos miembros más de la familia. Seguramente de una manera más modesta pero también más auténtica, menos artificial.
De ese modo y una vez roto la desconfianza inicial, los primeros diálogos banales se convirtieron en conversaciones profundas hasta bien entrada la madrugada. Charlas en las que nuestros anfitriones acababan abriéndose en canal para contarnos su día a día cubano. Con sus cosas buenas, pero también con sus dificultades. Una clase magistral sobre cómo ser feliz teniendo en ocasiones tan poco. Porque en Cuba recordé que las redes sociales no deberían estar en la pantalla del móvil o del ordenador. Allí las redes sociales son las personas, con sus relaciones humanas. Algo tan natural que estamos empezando a olvidar y que nos está virtualizando.
Viajar sostenible es alimentarse simplemente de lo necesario. No empacharse a comer de todo y a todas horas por el simple hecho de «estar de viaje». Eso nos lo dio Cuba ya que allí comimos en función de los productos de temporada y por supuesto producidos en la propia isla. Con el arroz, frijoles y huevos como básicos, degustamos los diferentes platos de su humilde gastronomía. No era época de tomates, pero en cambio los mangos estaban en plena producción por lo que aprovechamos esta circunstancia para beber los mejores jugos naturales que habíamos probado nunca.
De hecho en Cuba no existe el uso de pesticidas y plaguicidas para tratar las frutas y hortalizas, allí absolutamente TODO es natural. Como indica su nombre, de la propia madre naturaleza. Como antaño fue y debería seguir siendo hoy. Por tanto pudimos disfrutar y saborear muchos productos de los que por aquí en la vieja Europa se llaman “ecológicos”. Sí, esos que está tan de moda hoy en día y que parecen únicos y exclusivos.
Viajar sostenible es sin duda alguna apoyar el pequeño comercio, comprar productos de proximidad ayudando así a desarrollar la economía local para que pueda subsistir. En Cuba eso fue fácil, no existen grandes cadenas de distribución ni tampoco hipermercados por lo que las compras son casi todas de este tipo. Durante nuestra estancia SIEMPRE compramos en mercadillos artesanos, comimos de los puestos callejeros y, como he dicho antes, adquirimos productos naturales de primera calidad y producidos de manera tradicional como por ejemplo café, miel, tabaco o ron.
La sostenibilidad tiene también que ver con nuestra salud, mantenernos sanos y evitar enfermar. A nadie nos gusta ponernos malos y menos durante un viaje al extranjero pero a veces esto es inevitable. Por ello (y para evitar disgustos) lo mejor es contar con un buen seguro de viajes ante lo que pueda suceder. En nuestro caso y más viajando con niños contratamos el seguro con la aseguradora IATI, especializada en viajes y muy implicada en turismo responsable tal y como se puede ver en el #CompromisoIATI.
Por suerte durante nuestro viaje no necesitamos usar el seguro aunque… Cuba nos enseñó que en esto, aunque seguramente porque no tiene más remedio, también es un país que se mueve sobre lo sostenible.
Estando en Viñales y llegando a los últimos días de estancia a nuestro hijo Xavi le salió un eccema bastante grande e intenso en la axila debido al calor y la humedad. A pesar de ir provistos de un botiquín bastante completo, no teníamos nada específico para tratar esto. Por suerte nuestra casera (que resultó ser la farmacéutica del pueblo) nos proporcionó un remedio inesperado. Preparó una especie de polvos de talco hechos con maíz machacado, manzanilla y algunas hierbas. Aquello tuvo un efecto mágico ya que en unos días Xavi quedó plenamente curado.
De este modo pudimos comprobar una vez más, como con lo poco que les da la naturaleza estos cubanos eran capaces proporcionarnos un remedio que aquí en Europa habría sido mediante alguna crema o ungüento de laboratorio realizado a base de corticoides y cualquier otro componente químico más.
Y viajar sostenible lo es también dependiendo de los transportes que utilizamos. Hablamos mucho de no coger el coche para trayectos cortos que se pueden hacer a pie, utilizar el transporte público, compartir vehículos o incluso pasarse a la bicicleta. Eso que se llama ahora “la huella de carbono” y que generamos en nuestros desplazamientos.
He de confesar que en esto los cubanos y cubanas “nos ganan por goleada”. Creo que de algún modo allí me teletransporté a mi infancia, a los años 80 en los que la media de coches por habitante era ínfima. Años en los que carros y caballos aún servían para llevarnos a muchos sitios. Así es aún en Cuba hoy donde el “colectivo” es el medio de transporte más utilizado. Bien sea mediante un autobús, una furgoneta o un enorme remolque de camión. Y por supuesto no puedo dejar de hablar “coger botella”, el transporte estrella. En Cuba coger botella es hacer dedo, el autostop de toda la vida. De hecho el gobierno lo recomienda y es muy habitual ver a decenas de personas (incluyendo los propios militares) de este modo en las mismas autopistas.
Quizá muchos pensarán: “Sí, claro. Hablas de viajar sostenible pero para ir a Cuba has tenido que coger un avión con su correspondiente rastro de CO2 a la atmósfera». Quizá sea cierto, no lo niego. Pero por ello intento compensarlo con mi actuación en destino, tratando de ser un viajero responsable y lo menos invasivo posible. Y también es cierto que cada vez hay más aerolíneas buscando fórmulas para ser menos contaminantes utilizando la tecnología al servicio del medio ambiente.
Un ejemplo de ello es la aerolínea KLM la cual ya está operando con el combustible SAF, Combustible de Aviación Sostenible. Este combustible se fabrica con recursos como los aceites usados o residuos forestales, expulsando así un 75% menos de CO2 que en un vuelo convencional. Cierto que aún es poca la cantidad de combustible SAF utilizado en los vuelos pero es un pequeño gran avance en la dirección correcta hacia la sostenibilidad.
Una sostenibilidad la cual me estaba demostrando gozar Cuba a través de tantos ejemplos prácticos en este regreso espiritual a través de mis recuerdos. Mientras transcurrían las diferentes charlas y ponencias del evento #KLMHouseValència y tras analizar mis vivencias en la isla llegué a una conclusión.
No sé si realmente (tal y como decía aquella noticia) Cuba era el país con mejor desarrollo sostenible, pero lo que sí tengo claro es que ese es el ejemplo de cómo debe ser el turismo (y nuestras vidas) en un futuro que ya es presente. Qué tipo de comportamientos hemos de tener en nuestro día a día y aún de manera más responsable a la hora de viajar, especialmente por aquello de ser forasteros.
Tampoco sé si en Cuba esto se debe a una decisión propia o es por causa de fuerza mayor. Si su motivación es intrínseca o es fruto de la de la propia supervivencia debido de sus conocidos problemas de suministros en parte provocados por eterno embargo estadounidense. Seguro que esto es motivo de debate ya que es un tema que despierta mucha controversia, pero estamos ante una reflexión que merece otro tipo de análisis mucho más profundo.
Pero lo que sí tengo claro es que experiencias como las que viví en Cuba son las que se acercan a eso que se hablaba en ese foro sobre Turismo responsable y Sostenibilidad. Cómo seguir viajando y hacerlo de una manera responsable y sostenible.
Creo que hay cada vez más gente consciente de que no hay otra vía, que ese es el camino hacia el que debemos transitar. Un camino que ya ha comenzado y en el que aunque ya hayamos echado a andar, aún nos falta mucho camino por recorrer.
Porque… ¿qué es viajar sostenible?
Mayo de 2023
Bruno
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