Avignon es una ciudad relativamente pequeña, pero con una gran historia. De hecho fue la capital del mundo cristiano durante buena parte de la Edad Media, ya que los papas establecieron allí su sede en un fantástico palacio que aún hoy en día se conserva en buen estado. Es una ciudad bastante pequeña, por lo que en un par de días hay más que suficiente para conocer sus lugares más famosos. Nosotros no llegamos a estar 48 horas completas, pero te contamos lo que pudimos ver durante el tiempo que estuvimos.
En el mes de julio es uno de los mejores para visitar Avignon, ya que celebra su famoso festival de teatro. En él, artistas venidos de todos los lugares de Francia y de Centroeuropa se dedican a mostrar a la gente todo su arte. Tanto en las calles, como en los diferentes edificios que hacen de improvisados teatros se pueden ver múltiples representaciones. Ciertamente se respira un ambiente bohemio en el que la cultura y el teatro (teatro de autor) se entremezclan en esas callejuelas medievales tan especiales de Avignon, las cuales nos hacen retroceder a otros tiempos.
Vale la pena perderse paseando y ver algún espectáculo callejero además de tomarse algo en alguna de las múltiples terrazas por la zona peatonal ya que es un evento único y que merece ocupar prácticamente toda una tarde-noche.
Pero además del festival en la plaza principal se encuentra el Palacio de los Papas, el edificio más famosos de la ciudad.
Lo ideal es visitarlo sin el bullicio de las tardes con el Festival. Así, «a nuestro aire» podremos conocer más profundamente lo visto el día anterior. Así hay que dirigirse como no, la plaza principal donde se encuentra el majestuoso Palacio Papal. Un edificio imponente que vale la pena observar y visitar.
Cabe decir que como gran palacio las estancias son enormes, y abundan los amplios espacios. El interior tiene un bonito patio y unas salas que destacan por la belleza de sus techos, algunos hechos de madera u otros con una sucesión de arcos interminables.
Tras admirar el interior visitar el palacio, otro lugar clave en la historia de la ciudad de Avignon es su famoso puente. Fabricado en la Edad Media, concretamente en el siglo XII, este puente también llamado de St-Bénézet, atravesaba el enorme río Ródano (que baña la ciudad) de orilla a orilla. Fue una obra de ingeniería genial y avanzada para su época, además de ser el único puente que existía para cruzar el río entre Lyon y el mar Mediterráneo. El problema, es que debido a las tremendas crecidas del río, este puente cedía cada vez por lo que se debía reconstruir, hasta que en 1660 se quedó en las condiciones que presenta en la actualidad. Era peligrosa su reconstrucción ya que los arcos eran cada vez más débiles. Aún y así, se puede observar e imaginar cómo era.
Para concluir la visita, vale la pena dar un paseo por la zona, subiendo a lo alto de la colina sobre la cual se erige el Palacio Papal y bajando por una de las torres de las murallas que rodean el casco antiguo de Avignon.
A parte de lo que vimos, vale la pena también visitar las murallas que rodean la ciudad vieja y que se encuentran en un perfecto estado de conservación. Además, la catedral de Notre Dame también merece la visita (coronada por la estatua dorada de la Virgen), aunque suele quedar eclipsada por la fachada del palacio. No en vano, todo el centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1995. Así que si estáis por la zona, no dudéis en acercaros esta interesante ciudad de Provenza francesa.
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